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viernes, 30 de junio de 2017

INTERCONEXIÓN EN EL SAHARA (3ª parte de 4)



Cuando el sol se retira detrás del horizonte para ir a iluminar otras zonas de Gaia, decido que es hora del descenso. Estoy lejos y muy alta. Empiezo a esquiar para bajar rápida. Es la misma sensación del año pasado cuando descendí 1000 metros por la escoria volcánica del Etna, en Sicilia. En aquella ocasión tardamos unos 20 minutos. Os podéis imaginar qué inclinación, literalmente de vértigo. Fue una experiencia inolvidable. Esta vez tardo mucho menos, pues el desnivel y la distancia son bastantes menores. Al llegar al campamento prácticamente ha anochecido y un olor delicioso sale de la improvisada cocina. Nos saludamos. La parejita está reunida también alrededor de la mesita baja. Estamos sentados en el suelo. Mohamed enciende un pequeño foco y nos dice que en minutos el tajín estará listo. Huele que alimenta. Y por fin, ¡a cenar! Sencillamente delicioso. Es de pollo con verduras. Engullo las verduras. Sin prisa pero sin pausa vamos acabando con todo el plato y una vez saciados, la conversación se anima. Compartimos una charla interesante. Después, varias rondas de té. Me levanto para estirar las piernas, alejándome de mis compañeros y de la luz para contemplar el firmamento en total oscuridad y lo que observo me emociona de tal manera que mis ojos se humedecen y unas lágrimas de gratitud y plenitud asoman tímidamente. Y entonces me percato. Un corazón dibujado en el cielo. De verdad, diviso un grupo de estrellas que juntas forman un corazón. WOW… esto me deja sin pestañear. Me quedo contemplándolo por un largo rato, y al cabo vuelvo a reunirme con el mini grupo. Herman@s… lo que de día deslumbra, con la magia de las estrellas adquiere densidad y volumen. 



Sobre las 22.30 la parejita nos comenta que está muy cansada y que se retira. Hemos sacado los camastros fuera para dormir al raso. Nos damos las buenas noches. Nos quedamos Mohamed y yo. Me siento cansada y justo cuando le voy a decir que yo también me retiro a descansar, me dice: "Ven, subamos a la duna que hay detrás del campamento. Charlemos en su cresta mientras contemplamos el firmamento." Imposible resistirme a semejante proposición. Agarramos una botella de agua y él me va guiando. Comenzamos la ascensión. Me toma la mano fuertemente. Debemos detenernos dos veces, pues aunque la duna es pequeña, el esfuerzo es considerable y con la panza abarrotada, más. Es noche cerrada y no veo nada más que las estrellas. Tengo la sensación de estar en otro "lugar" diferente a este planeta. Me fio completamente de Mohamed. Es un hombre del desierto. Por fin coronamos y nos sentamos en su cresta. La luna bastante menguante ya, debe estar oculta detrás de una nubes que se intuyen, pues en ese trocito del firmamento no se aprecian estrellas. Nunca me había imaginado tantas estrellas refulgiendo en el cielo nocturno. Decenas y decenas titilando en un baile armonioso. Es de una belleza fuera de este mundo. Comenzamos a conversar. No puedo ver su rostro, tan solo su silueta. Y lo que sucede a continuación tengo claro que fue escrito hace mucho tiempo atrás:



"Nos sumergimos de lleno en una conversación profunda, tanto que un abismo sería diminuto. No podría reproduciros lo que hablamos, pero si lo que sentimos. Una conexión más allá de este mundo terrenal. Muchas de las frases que empezaba las acababa él y cuando él hablaba percibía que era yo misma, eran mis propias palabras… No hay duda… era un alma gemela… Él era yo, y yo era él… Es como si el telón de la cultura o religión se hubiera levantado y solo quedase la esencia. Y la esencia era la misma. La cultura es particular, el amor universal… y se muestra si somos capaces de traspasar el velo de la ilusión de la separación. Lo hicimos fácilmente. Hace tiempo que estábamos preparados. Vibrábamos en frecuencias tan similares que sentíamos que éramos uno. Hermanos, tal cual. No son palabras vacías. Congenio estupendamente con todos mis hermanos del camino, pues soy altamente empática, pero esta vez era distinto. Al escucharle era como oírme a mí misma, en todo y con respecto a mil temas. Nos reímos varias veces como niños, puros y sanados, en una conexión y calado tal que hacía tiempo no recordaba. No había ninguna mascara. Éramos solo dos espíritus del cosmos infinito y de la misma familia álmica que se habían reencontrado. Sentíamos latir el corazón al mismo ritmo y frecuencia. Percibíamos que portábamos el mismo corazón. Y entonces todavía hubo algo más que rizó el rizo. Me dijo: "¿te puedo dar un abrazo?". Me quedé en blanco sin saber muy bien que contestar. Todo parecía irreal y a la vez lo único real. La conexión de Todos somos Uno y Uno somos Todos, en 5D. Mi yo terrenal me decía que no. Y mi yo superior que por supuesto. ¿Adivináis a quien hice caso? Siempre a mi sentir, sin pensar, pues detrás del pensamiento reside nuestra esencia, nuestro verdadero Ser. El sentir es el pensar del Ser. Entonces ocurrió el milagro.



Jamás en mi vida nadie me había entregado ni yo otorgado un abrazo tan profundo y sentido. Era fundirse en un solo Ser. Es más, notabamos (así también lo verbalizamos) que nuestros corazones latían al unísono. La armonía, dicha, paz y alegría era desbordante. Miraba al cielo estrellado y me veía en la cresta de una duna en el Sáhara abrazada a un alma gemela. El tiempo de detuvo y entonces percibí nítido el mensaje que acordamos entregarnos antes de encarnar: Hay esperanza mientras mantengamos la llama de la Fe. Existen más hermanos como nosotros, no estamos solos y pronto nuestro complemento aparecerá por el horizonte. Lo reconoceremos prácticamente al instante, pues sentiremos cristalino y puro: eres tú. Tantas veces habíamos sentido que no pertenecíamos a este mundo. Más real que la propia "realidad". Habíamos llegado voluntarios de muy lejos, de estrellas distantes para colaborar, guiar y ayudar a trascender la 3D, entregando lo que somos. También caímos y volvimos a encontrar el camino de vuelta a casa. El plan es divino, ordenado, perfecto y de proporciones imposibles de entender por nuestro limitada biología tal y como la tenemos desarrollada por el momento. Innumerables Seres de Luz, semillas estelares siendo el ejemplo de lo que queremos ver en el mundo, con esfuerzo, sacrificio y disciplina, en este mundo donde Gaia es nuestra Madre. Con Amor es Servicio… Confiemos, confiemos y confiemos que el plan es siempre para nuestro mayor bien… el bien común. Unidos lo lograremos. No siempre nos llega lo que queremos, pero siempre lo que precisamos. Esto es de una exactitud matemática. No recuerdo más, solo ese sentir que me decía: no estáis solos hermanos, mantengan siempre la llama prendida de la Fe en vuestros corazones… La llama trina ahora precisa de mantenerse encendida contra viento y marea. Permanecimos así por un largoo ratooo. ¿Os lo podéis creer?"



Volviendo al presente del relato… Súbitamente se levanta un fuerte viento que nos pone como croquetas rebozadas en la arena. En ese momento le expreso lo que estoy sintiendo: este viento nos está advirtiendo que el mensaje ya ha sido entregado. El tiempo en esta vida se nos ha agotado. Así se lo hago saber. También siente lo mismo. Comenzamos el descenso. Me invita a subir en su espalda y bajamos a ciegas por la otra ladera de la duna, disfrutando como niños, alborotados y rebozados en arena… jejeje… No consigo ver por la oscuridad reinante, pero él sabe el camino de memoria. No le hace falta ver con los ojos para regresar al campamento. Y una vez abajo, al pie de mi cama que también espera al raso, nos despedimos con otro abrazo. Me mira a los ojos e intuye que me siento abrumada por los sentimientos y acontecimientos, feliz y triste, pues sé que nuestros caminos se separarán mañana. El en su cultura y su mundo y yo en el mío. Me dice… no te sientas triste, porque si no, no podré seguir con mi vida… Al escuchar esto, todavía le admiro mucho más, si cabe. Su aceptación, paciencia, alegría, serenidad, profundidad… me conmueve y resuena… Me voy a la cama absorta en mis sentimientos, y pensando que a la vez se ha producido un intercambio en esta interconexión. Apenas puedo dormir por la enormidad de lo vivido en el día de hoy. No solo ha sido el regalo del desierto sino el haberme reconocido en un alma gemela. 


Cuando dos culturas de cruzan y se comparte y respeta con humildad, tolerancia y flexibilidad, el aprendizaje es exponencial. Se comprende lo positivo, y se deja ir lo no tan bueno. Toda cultura porta aspectos de los que aprender y otros que mejor desterrar. Y siempre, hermanos, nos une mucho más que nos separa… Todo es cuestión de decidir en qué fijarnos… Las opiniones y las perspectivas son demasiado particulares y nos hacen juzgan con desconocimiento, para al final convertirnos en esclavos de nuestras propias creencias limitantes. Sin juzgar, nuestra esencia asoma por las ventanas de nuestros ojos en cada palpitar del Maestro Corazón… Y por poner ejemplos concretos… A los europeos nos consideran bastante materialistas, como robots y poco generosos y agradecidos, aunque también se nos admira por lo cumplidores y sensatos que somos en la concreción… Partiendo de sus limitados recursos materiales, se entiende que portan más riqueza espiritual que material, y es así… Sus conversaciones, en general, las percibí más profundas. Nos dan muchas vueltas en buscarse la vida. Aquí estamos más aletargados, pero somos más serios y responsables en todos los aspectos de la vida. No nos da igual una manera que otra, pero vivimos más en el pasado y futuro, y no en el presente, en el ahora… Solo son cuatro pinceladas de mi propia experiencia, luego habría que individualizar… 


Por eso digo que todas las culturas portan aspectos muy positivos que quizás otras culturas han perdido. Lo realmente grande es aunar y unir lo mejor de cada una, respetando cada particularidad y creencia. La unión del cóndor y el águila… Equilibrio entre lo material y lo espiritual es maestría… En estas cavilaciones me tumbo en la cama de la misma. Cierro los ojos y al volverlos a abrir lo que contemplo es sublime… el techo de la habitación… Dios mío… es un espectáculo extraordinario… Sopla una ligera brisa. Entro en un sopor placentero, sin llegar a dormirme. Mi corazón late con fuerza, él también está emocionado. Ha sentido a un hermano y unidos han danzado de nuevo. Casi toda la noche es un duermevela. Y cada vez que abro los ojos y veo el techo, ufff… Además, no estoy acostumbrada a dormir arrullada por el viento, y me siento como acunada. Es una sensación extraña y a la vez muy natural. Saboreo lo acontecido hoy. Ha sido un privilegio, a pesar de que me esperan lecciones de aceptación mañana… Creo que bastante tarde me quedo dormida. 

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