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sábado, 17 de diciembre de 2016

Aceptación

Radiante y alegre día de hoy, bendecido un nuevo AmaNacer, con todos los compañer@s del caminar… Hoy, quisiera reflexionar junto a vosotros, acerca de un tema que nos trae muchísimo dolor y sufrimiento hasta que logramos trascenderlo: La aceptación. Es humano querer o desear que todo a nuestro alrededor sea como nosotros queramos que sea, y el comprobar que la vida sigue su curso, sintiendo que nos quedamos al margen nos cuesta aceptarlo. Pero además, compañeros, esto no es cierto, pues nuestra vida exterior es un reflejo de nuestro mundo interior y el Universo siempre nos manda las situaciones, personas, o desafíos idóneos para nuestra propia evolución. Mas sucede que nuestra terquedad nos hace querer solo lo que nos sea cómodo, y en la zona de comodidad no crece nada, es un campo estéril. Solo fuera de la zona de confort es donde reside el campo de INFINITAS POSIBILIDADES… y es bellísimo, pues es lo que yo decido que sea, con plena consciencia y contando conmigo misma, y no con los demás, siendo por tanto, independiente y soberana… Si me viene "ayuda", tened por seguro que fue pedida al Universo de alguna manera… merecida y agradecida por ello, la escucharé con todo mi Ser, pues podría ser una tabla de salvación…  mas debo contar con lo que esté en mi mano. Ya es tiempo de saber que merecemos toda la abundancia del Universo, y que dejar en el camino, lo que no sea afín a nuestro corazón de amor, también es parte de reconocer y darle su sitio a nuestro Ser… Reina de nuestra alma…

Mas retornando al tema de hoy… Si en vez de intentar cambiar lo que está a nuestro alrededor, afuera (y no nos conviene en ese momento), colocáramos nuestro foco de intención, atención y fuerza de voluntad dentro de nosotros, tratando de comprender a aquellas personas o situaciones que han provocado dolor, el sufrimiento se esfumaría, pues es solo una falta de comprensión, y quizás lecciones a integrar. El dolor no lo podemos evitar, pues nos está advirtiendo de que algo necesita ser transmutado. Habrá cosas que podamos hacer porque estén en nuestras manos, a nuestro alcance y otras, que solo podamos aceptar que no es nuestra película, y tengamos que aprender a dejarlas ir (desapego). Es entonces cuando nos ponemos en marcha: meditar, reflexionar, introspectar con profundidad…  Una vez tenemos claro lo que debemos hacer, lo manifestamos a través de la decisión y la posterior ACCIÓN. Sin excusas de que no tenemos tiempo (en realidad falta de interés), o de que no podemos. "Si quiero, puedo" y es así, es una máxima. Con compasión, me pongo en la piel de mi hermano del caminar, y desde sus zapatos entiendo que no puede hacerlo de otra manera en ese momento, quizás por ignorancia o por miedo, mas es su curso natural y debo respetarlo. No tengo derecho a cambiar a nadie, ni a juzgar su comportamiento, ni a hacer que sea como yo quiero que sea… Semejante atrevimiento nunca acaba como una había pensado, fuera aparte del hecho que si yo cambio, todo cambia.

Aceptar nos libera, pues es hacer las paces con la realidad. Siendo humildes, o sea sintiendo que cada persona tiene su camino y su verdad que reconocer, y a la que serle fiel. Así, acataremos el camino que cada persona elija, aun viendo que se pudiera estar equivocado. Por eso, caminantes, llegados a este punto, entra en juego mi poder. Yo decido si acepto o no acepto. Incluso al no aceptar, acepto que no acepto… jejeje… Si acepto, lo abrazo (sea una persona o una situación), haciendo borrón y cuenta nueva, y si no lo acepto, lo suelto, lo dejo ir, y sigo mi camino. En ambos casos FLUYO, como el agua de un río, no me quedo atrapada en el apego y victimismo. También, compañeros, comentar que antes de llegar a esa decisión de aceptar o no, afronto el problema. No huyo, ni escondo la cabeza, ni guerreo, sino que asumo mi responsabilidad. Con asertividad, expongo mi Verdad, narrando hechos y mis propios sentimientos sin emotividad, hablándolos con amor y respeto, desde la transparencia, con humildad y serenidad, asumiendo mi efecto en la causa que sembré, pues nos cuesta mucho reconocer que nos hemos equivocado, por el programa "miedo" que nos inculcarnos, de no ser reconocidos ante los demás, importándonos mas la opinión de los demás (reputación), que la mía propia (conciencia). Y llegado el caso, incluso en la aceptación, pongo mis límites para protegerme y cuidarme. Esto sí y esto no, así de sencillo. Elijo irme a la cama todos los días, con alegría chispeante que mana de la Paz interior, al vivir en coherencia.

La vuelta a la esencia de mi alma pasa por ser íntegros, es decir, aunque nadie nos vea (yo sí me veo, no me puedo esconder de mi misma), decido vivir en la impecabilidad (no perfección) de pensamiento, sentimiento y obra, coherente, congruente y en línea. Cuando vivimos, existimos y somos bajo la Luz del Amor incondicional, todo brilla a nuestro alrededor, empezando por nuestro interior. Es poderosa su fuerza. Aceptar nos devuelve la serenidad y la Paz del espíritu, robadas por el ego, al permitir que las emociones negativas-enfermas, como la rabia, la ira, el rencor, la envidia, el enfado, etc… secuestraran nuestro corazón y nos llenaran de malestar e incomodidad, de dolor y sufrimiento. Al usar nuestro LIBRE ALBEDRÍO, nos empoderamos, decidiendo lo que es y lo que no es. Así, muy rápidamente, volvemos a nuestro centro, no permitiendo que las circunstancias externas nos arrastren como una hoja seca en medio de un temporal, sin ningún control. Compañeros, perdonaros desde el corazón, aceptando que todos lo hacemos lo mejor que sabemos en ese determinado momento, mas si es tóxico, pongo distancia emocional, me desapego y lo dejo ir. Es liberador…  Aquí lo dejo por ahora… Hasta la semana que viene, mis amados herman@s del camino, recibid mi abrazo de Luz dorada… Gracias por ser y estar en este camino de Unidad…

Vuestra hermana Raquel…


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