¡Dios mío!
¡Qué les estamos haciendo!
Salvaje
esclavitud de explotación,
asesinos a
sueldo y amos sin escrúpulos,
proteína
teñida de brutalidad sin límites.
¿Dónde
quedó el respeto y la ética
por aquellos que nos dan su cuerpo,
dándonos vida a través de su carne?
Seres desagradecidos los humanos.
A cambio les devolvemos solo
sufrimiento, crueldad y agonía,
esclavizándoles, martirizándoles,
torturándoles, hasta su último aliento.
Esas terneritas destetadas a toda prisa
de sus
madres, llevadas de cualquier forma al
matadero, hacinadas en camiones de muerte,
miedo y sufrimiento atroz nos comemos.
Recuerda que somos lo que ingerimos.
Esas cerdas privadas de total movimiento
solo sirven como máquinas de procrear
y de dar de
mamar a sus lechoncitos,
le serán arrebatados en cuando se gire,
llevados al pelotón de fusilamiento.
Esas gallinas sin moverse de sus jaulas
sin sentir nunca la luz del sol, el viento
en sus plumas y la tierra para picotear,
les arrancan el pico para que no se maten.
¡Como sabrán sus huevos malditos!
Patos, toros, conejos, perros, corderos,
peces,
aves.... interminable es la lista negra,
Por tierra, mar y aire, emponzoñamos,
envenenamos, asesinamos, destruimos...
Son masacrados sin compasión,
sus lágrimas ahogan mi ser,
su sufrimiento me hiela la sangre,
su agonía grabada en su carne.
Todo vale para sobrealimentar
a la raza animal más cruel, sádica,
bestia, carroñera y parásita que
nunca existió sobre la faz de la tierra,
animales racionales sin corazón.
¿Quién nos ha otorgado ese derecho
de explotación animal tan extrema?
Demasiada proteína nos aturde el alma,
haciéndonos creer que somos superiores,
dueños y señores de este mundo...
Recuperemos la ética de la compasión,
el fin de su explotación sin corazón,
disminución de la superpoblación
de la mayor
plaga que el mundo
conoció: los
seres humanos.
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