Radiante nuevo amanecer, en el día de hoy y cada día del año al
despertar, una nueva oportunidad de seguir aprendiendo y ascendiendo…
Hoy quisiera reflexionar con vosotros acerca del respeto, palabra mágica
y aspecto del Amor incondicional. El respeto es aprecio,
reconocimiento, consideración por los demás como a ti mismo, mejor
dicho, primero empieza en ti, pues no puedes ofrecer nada que no seas
primero. Así que una vez integras que eres un ser valioso, íntegro,
digno, y te ames a ti mismo, entenderás que el respeto es esa aceptación
de reconocimiento ante los demás hermanos del camino, igual de
importantes que yo mismo. Para ello, necesario es la compasión y en un
grado más intelectual la empatía, o sea ponerme, en la medida en que
puedo, en la piel de la otra persona, sin juzgar, pues desconozco sus
circunstancias y sus lecciones... prudencia hermanos.
El respeto a uno mismo es coherencia y por tanto también poner límites a
aquel que ose robarme mi paz, a aquel que no me respete como yo
merezco, y ese merecimiento lo otorgo yo, nadie más que yo… Una vez
asumido, y comprometido conmigo mismo en mantener ese respeto, puedo ser
libre, pues la libertad sin respeto no es libertad es libertinaje. El
respeto es el límite de mi libertad, y además asumo que por el bien
común (sostenimiento de la paz y la armonía), cedo de mis derechos, que
se convierte en un acto de generosidad, al conceder. Cuando hablamos de
dos hermanos que se comprometen a algo, lo que mantiene consistente y
activo ese compromiso es el respeto. Si una de las partes no respeta el
compromiso, éste queda roto, no se puede mantener, es cosa de dos
cuidarlo, protegerlo y responsabilizarse.
El respeto implica pensar con responsabilidad en las consecuencias de
los actos realizados, sobre todo cuando mi decisión afecta de forma
directa a mi hermano. Ese compromiso es igual de sagrado que el que
tengo conmigo, pues mantener mi palabra me otorga honor y ser digno de
confianza, si cumplo con lo que digo. En caso contrario, mi palabra
carecería de valor. Todos tenemos derecho a cambiar de opinión y de
decisión, pero hermano, si con ello también afectas a terceras personas,
hay que hilar fino, pues no tenemos el derecho de marear a los demás
con nuestros cambios de decisión. La falta de concreción por
conveniencia es ego, y denota falta de respeto. Si tú tienes planes, los
demás también y si tu tiempo es oro, el de los demás diamante. No
esperes que el mundo gire a tu alrededor…
Eso sí, mi palabra se mantiene mientras las circunstancias no cambien.
Respeto es ser íntegro y coherente, y acepta a cada uno cómo es, sin
interés, sin manipulación ni convencimiento, pues acompaña desde la
compasión. Y en ese ejercicio de la compasión, soy consciente de que, lo
que no me gusta para mí, no me gusta para mis hermanos, que son yo
mismo, unidos en la diversidad que somos con equidad. Fluir es lo
natural en nosotros, pero también debemos conjugar vivir en esta 3D que
requiere de ciertas obligaciones, no muchas pero sí algunas. Para
concluir, hermano, si no quieres que tu palabra pierda valor, cuando
digas que vas, vete… Solo un huracán evitaría que llegaras. Y eso sí, si
te comprometes, hazlo cuando te sientas en calma, quietud, y paz
interior, así la visión será clara y podrás ser lo más objetivo posible,
discerniendo sin emociones.
En Amor y Servicio, vuestra hermana dorada Raquel. Relinda semana, herman@s…
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